sábado, 22 de noviembre de 2008

SI PODEMOS HABLAR DEL ARTE


¿Quién puede decirnos lo que es arte? ¿Quién puede decirnos lo que no es? Llevamos demasiado tiempo haciéndonos esta pregunta, demasiado tiempo dando contestaciones que terminan por caducar.

Una de las fuentes más consultadas del mundo, la wikipedia, concreta en que “se le llama arte a la actividad mediante la cual el ser humano expresa ideas, emociones o, en general, una visión del mundo, a través de recursos plásticos, lingüísticos, sonoros, o mixtos. El arte expresa percepciones y sensaciones que tienen los seres humanos que no son explicables de otro modo”. Hace referencia a la polémica en cuanto a la noción de arte debido, dice, a que el significado de la palabra "arte" varía según la cultura, la época, el movimiento, o el grupo de personas para las cuales el término es productor de sentido.

Pero ¿Es el arte una actividad o es el arte el producto de una actividad humana?. Un humano pintando no tiene porqué ser arte, sencillamente es un humano ocupado. El producto de su pintura puede ser o no ser arte, pero ¿a condición de que exprese ideas, emociones o una visión del mundo?. Así el arte no tendría límites. En toda actividad humana se expresan de manera explícita o implícita visiones del mundo. Un broker manifiesta una visión del mundo (keynesiana o no) cuando compra-vende acciones. Por otro lado, esta definición pone a la misma altura el dibujo de un niño de cinco años con un cuadro de Velázquez. Si toda actividad humana es arte ¿para qué distinguir entre arte y actividad humana?.

Esta explicación nos lleva al origen de la palabra arte, del latín ars, que comprendía toda producción realizada por el hombre y las disciplinas del “saber hacer”. Fue posterior la vinculación de ars con lo emotivo o lo estético y la desvinculación de su equivalente griego teckné (técnica como producción intelectual o de artículos de uso). El renacimiento fue el primero en distinguir al artista del artesano, basando la diferencia en que el primero es creador de obras únicas y el artesano productor de obras múltiples. El arte es parte de la actividad humana, pero no es una actividad. Expresa ideas, emociones o una visión del mundo, pero no de cualquier manera. No expresa percepciones y sensaciones; el arte, en cualquier caso, las contiene, las contempla, las difunde.

No obstante, no se resuelve la duda. ¿Basta con la intención de crear una obra de arte para que la producción que pretendemos elevar a la categoría de artística lo sea? ¿Quién es pues el que puede decidir si una producción humana es arte o no lo es? ¿Quién distingue la obra de un niño de dos años de una verdadera obra de arte?

Me viene a la memoria el caso de ARCO (Feria de Arte Contemporáneo) y el experimento que cierta cadena de televisión realizó para un programa. Pintura, un lienzo y unos cuantos niños de dos o tres años. El resultado se colgó en la exposición y, los visitantes, expertos y legos, opinaron sobre el cuadro que se tasaba en 15.000 euros. A nadie le pareció caro. Nadie dudó que se tratara de una obra de arte. Todos trataron de explicar el cuadro y al artista. Sus opiniones iban desde lo psicoanalítico a la técnica pictórica. Una auténtica obra de arte. ¿Lo era? Si no es así, ¿por qué no lo era? Nos olvidamos de algo entonces.

Según Arnold Hauser, las “obras de arte son provocaciones con las cuales polemizamos” pero que no nos explicamos. Las interpretamos de acuerdo con nuestras propias finalidades y aspiraciones, les trasladamos un sentido cuyo origen está en nuestras formas de vida y hábitos mentales". Nosotros, “de todo arte con el cual tenemos una relación auténtica hacemos un arte moderno”.

El público receptor o destinatario se convierte en un elemento mismo de la obra puesto que jamás el arte depende sólo del juicio, pretensión o azar que atañen al artista sino de la relación que la obra tiene con el público que la observa. Tal vez la transferencia artista-obra-público sea lo que podemos denominar como arte. Esto significa el surgimiento de una dimensión social por la que el arte cede autonomía al tiempo, lugar y circunstancias en que se establece la interacción con el público. Gombrich va más allá. Dice que no hay arte, si no artistas … De ninguna manera. Podríamos entonces decir que no hay arte si no público.

El arte es la transferencia por la que los seres humanos alcanzan la aprehensión de aspectos de la vida sean cuales sean pero en su esencia misma, como en un solo golpe de luz. Pecaría diciendo (si Freud es pecado), que el contacto (y no digo contemplación, visión, tacto o escucha) con la obra de arte traspasa las barreras de lo consciente hasta lo inconsciente, confundiéndose en una sola cosa percepción y emocíón. El contacto con el arte no ha de pasar por un análisis razonable o racional; eso vendrá con la necesidad de ordenar esa emoción/aprehensión del mundo en el universo consciente. Será entonces cuando desglosemos la obra y hablemos de tiempos, técnicas, composición … siempre después de la interacción con el objeto del arte.

Quizás sea yo kantiana en mi concepción del arte. Dice Kant que el placer estético deriva menos de la intensidad y diversidad de sensaciones que de la manera en la que estas sensaciones adquieren una profunda unidad (a la que yo llamo aprehensión) sensible en su reflejo pero no conceptualizable. O lo que es lo mismo; el arte, si es, se parece a un flash de comprensión, un relámpago de lucidez, un manto de palabras que aún no existen, posiblemente innombrables, hechos aun sin nombre que nacen cada vez que un individuo interacciona con la obra (como una sola cosa, sin estúpidas divisiones entre continente y contenido) y que nos cambia, nos altera, nos re-mueve. Una obra de arte no es una obra de arte, si no infinitas obras. Yo creo el arte, así como creo la obra misma en el instante en que pasa a formar parte de mi realidad. Antes de mí no existe. Para ti, antes de ti, tampoco.

No se trata de individualizar el arte. Las aprehensiones, los conceptos innombrables, la potencia del diálogo entre individuo, artista y obra está culturalmente mediada. Es por eso que extrañamiento o gusto forman parte del arte, teniendo que ver con su dimensión social.

No obstante, hablar de arte significa reducirlo. Siempre. A la forma, al contenido, al artista, al público, al precio, a la critica, a lo socio histórico e incluso a lo emocional. Esto sólo puede significar una cosa y es que el arte sigue siendo en esencia lo que fue en sus orígenes, anteriores a Grecia o a Roma, porque el arte nace cuando nace el hombre. Será, tal vez, una experiencia única e individual de creación y re-creación, que tiene que ver con el orden del mundo, que no es ajeno a la cultura aunque tampoco esclavo de ella, que puede darse dentro de un contexto razonable, pero que va más allá de los límites de la razón y, probablemente provenga del universo del espíritu.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Como decíamos ayer

Estimados todos:

Seré breve, como breve es este instante en que en un sólo clic inauguro mi blog.
Seré sincera. Escribo para mí. Colgarlo aquí es un hecho sin importancia, es un no hecho.
Seré lo que quiera ser. Afrodita o Artemisa. Seré quien quiera y cuando quiera.

Y ahora debo ser breve, sincera y lo que quiera ser. Menuda responsabilidad.

Bienvenidos.